Y poquito a poco
Mi corazón lo parto
Lo divido en mil pedazos
Y lo voy regalando
Sin recibir nada a cambio.
Y despacito, muy despacio,
Sin nada me voy quedando.
Vacío,
Cuando todo te lo voy dando,
Se me queda el pecho vacío
Lleno del aire que con suspiros
Al verte,
También voy soltando.
Y al final,
Dando amor, suspiros y pedazos
Termino el guión de mi obra
Con una sarta de abrazos
Que no puedo dejar de darte,
Por más que pides y supliques,
No puedo dejar de abrazarte.
Y de tanto quererte
Vacío me voy quedando
Y poquito a poco
De ti me voy enamorando.
Y cuánto más tendré
Que esperar sentado
Para tener coraje
Y echar p’adelante
Y decirte
Que me des lo que es mío
Que me he cansado de tanto darte
Y ya va siendo hora
De que pueda besarte.
Y mi corazón,
Que vació se me queda
Poquito a poco también
Se me va volviendo de piedra.
Y cada vez cuesta más repartirlo
Y cuesta más romperlo,
Porque va cogiendo fuerzas.
Pero yo quiero sacar fuerzas
De flaqueza,
De la flaqueza que me vuelve de piedra
Para quererte más todavía,
Y quedarme ya vacío,
Yermo,
Porque lo tengas todo tú.
Y por no abrazarte, no besarte
Y no quererte,
Yo ya no soy nadie.
Sólo soy un vacío,
Como otro más,
Que como vacío estoy,
Puedo ir flotando.
Y como voy flotando enamorado,
Vivo en una nube,
Y camino por el cielo
Cuando quiero,
Cuando en ti pienso
Y pienso en lo que te deseo.
Bruno Diaz, 15 de abril.
.-------------------------------------.
Robin Gibb.
A todos nos gusta preocuparnos porque ha sido el sabeDios cuanto aniversario de la República. Que está muy bien. Y a todos nos gusta criticar que el Rey, Don Juan Carlos de Borbon, se ha jodido una cadera por irse de fiesta a Botsuana con elefantes.
Me parece perfecto.
Pero yo vuelvo de tomarme algo, muchos algos, en el Doll, y de ver hasta los partidos de la liga turca de todo lo que se ha visto en la tarde, de ver a Mateo en la versión cutre del Telepizza y de liberar al Kraken, y me encuentro que Robin Gibb, el señor de la fotografía, está a medio paso de irse al otro barrio.
Y ahora os preguntaréis que quién demonios es ese señor. Pues mirad:
Me parece perfecto.
Pero yo vuelvo de tomarme algo, muchos algos, en el Doll, y de ver hasta los partidos de la liga turca de todo lo que se ha visto en la tarde, de ver a Mateo en la versión cutre del Telepizza y de liberar al Kraken, y me encuentro que Robin Gibb, el señor de la fotografía, está a medio paso de irse al otro barrio.
Y ahora os preguntaréis que quién demonios es ese señor. Pues mirad:
Todos hemos bailado esto alguna vez, hemos hecho el idiota, y es lo primero que relacionamos con los Bee Gees, y yo el primero. Este señor, Robin Gibbs, fue uno de los tres hermanos que lo compuso. Pero, al margen de ser el tío que cantó el Stayin' Alive o El pelo patrás para los adictos a El Informal, compuso una de las canciones más bonitas que he conocido o escuchado nunca. Por un momento, pararos a escuchar una de las muchas tonterías que os pongo, y sentirla, porque de verdad, merece la pena.
No voy a decir que soy el mayor fan de este señor y de este grupo, ni mucho menos. Esta es la tipica canción que escuchas en una peli, y luego no puedes dejar de escuchar en la vida. Y me trae demasiados recuerdos. Pero no se muy bien cuales.
Como sabéis, supongo, vivo en Girona, la ciudad del Pecado. Cuando llegué aqui, perdido de la mano del Señor, como tantos otros, vi una película, y tenía esa canción en la banda sonora. Y la escuché. Y escuché la letra también. Y pensé en esa broma que empecé, y que la gente siguió, pero que no seguían la broma, sino que me seguían para ver qué pasaba conmigo. Una broma que se convirtió en mi vida entera. Y asi siguió. Es una cancíón que te hace darte cuenta de la realidad, tal y como es. Sin más. Y a mi me hizo darme cuenta de la mia. De golpe. Me hizo reflexionar, pero tampoco os voy a complicar la vida. Sólo escucharla si queréis. Si no, otra será.
Creí necesario escribir una entrada a un señor absolutamente desconocido para mi y tan cercano a la vez que me ha hecho escribir todo lo que escribo.
Como sabéis, supongo, vivo en Girona, la ciudad del Pecado. Cuando llegué aqui, perdido de la mano del Señor, como tantos otros, vi una película, y tenía esa canción en la banda sonora. Y la escuché. Y escuché la letra también. Y pensé en esa broma que empecé, y que la gente siguió, pero que no seguían la broma, sino que me seguían para ver qué pasaba conmigo. Una broma que se convirtió en mi vida entera. Y asi siguió. Es una cancíón que te hace darte cuenta de la realidad, tal y como es. Sin más. Y a mi me hizo darme cuenta de la mia. De golpe. Me hizo reflexionar, pero tampoco os voy a complicar la vida. Sólo escucharla si queréis. Si no, otra será.
Creí necesario escribir una entrada a un señor absolutamente desconocido para mi y tan cercano a la vez que me ha hecho escribir todo lo que escribo.
Por si no salimos de esta, Robin Gibb, descansa en paz.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario