miércoles, 15 de agosto de 2012

Reventando Guardamar

Como ya sabéis, debido a mi entrada anterior, mis vacaciones en Tailandia se fueron al garete. Totalmente al traste. Lo que iba a ser perversión, lujuria, turismo sexual, y mucha más depravación, desfase, fiestas, tigres y que se yo, perros enfermos, se perdieron en un mar de lágrimas. No puedo llegar a contar la razón real, el por qué de la ruina de mis vacaciones. Es demasiado el pesar que sobre mi se encuentra...

Y como ya dije, me dediqué a sustituir dicha estancia en Tailandia por unos viajes que califiqué como exploratorios de la Costa levantina. Por lo que me camuflé entre los pueblerinos, asistiendo a tradicions y festejos típicos, ocultándome entre la multitud y así llegar realmente a entender cada situación en cada lugar. Si antaño fui a Murcia, a conocer la ruralidad, esta vez, en la segunda parte de Los Legendarios Viajes de Bruno Diaz, toca:


GUARDAMAR DEL SEGURA



Amigos, si hay una lista de pueblos muertos y perdidos de la mano de Dios, con pocas cosas que hacer y menos todavía, Santa Pola esta en cabeza, con todo su satanismo. Pero he de reconocer, que Guardamar se aproxima mucho. Real como la vida misma. En la Vega Baja no hay mucho diversión. Veranear en Neo-Tokio sí que es entretenido. Pero como no estamos ni en Tailandia, ni en Neo-Tokio ni esto es el Llobregat, volvemos a Guardamar, donde, realmente, poco había que hacer.

 BAD ASS. A la mierda Tailandia

Llegaba allí en un autobús como otro cualquier, con ruedas, motor, chapas metálicas. No creo que sea el foco de atención, pero si una de las cosas más... no sé, entretenidas que podrái tener Guardamar. Y encontraba yo me con dos buenos amigos míos, por la gracia que el Señor me ha dado, para sacar el jugo posible a las fiestas de aquel pueblo. ¡Oh, fiestas! Diversión.  WRONG! MISTAKE! No es oro todo lo que reluce y no todas las fiestas son entretenidas. 

Después de un buen rato de playa, jaleo y bandolerismo, decidimos hacer la guerra por nuestra cuenta, y cargados con poca, pero suficiente, bebida, nos encaminamos a la búsqueda de un lugar donde brindar nuestra bebida a San Dunsanto y celebrar como otro cualquier, pero desafortunadamente para nuestros caminos, nos tuvimos que enfrentar al difícil lenguaje, imposible de descifrar, similar a una jerga canina en la que los aldeanos y lugareños se comunicaban entre ellos. Ir al polígono, decían algunos. Y al poligono iban a ir sus muertos. Ir a la playa, o al centro. En cualquier sitio podéis beber. Ya, un cuerno de clavipátoro que te comas. Tullida.
Y llegando al límite de la desesperación humana, una formidable pareja, que por siempre será alabada y recordada, nos indicó a la perfección que a los pies del Castillo de Guardamar era el lugar ideal. 

Y allí fuimos. 

Sabed, amigos, que si las montañas no van a Mahoma, será Mahoma el que vaya a las montañas. Y si la fiesta no está en Guardamar, donde vamos nosotros, pues seremos nosotros mismos los que tengamos que llevar la fiesta a Guardamar. Y así, 3 amigos, con poco de beber, y menos aún de comer, montamos nuestra propia noche al margen de todo el mundo.

Porque aquel basurero, digno de ser un chutadero de los años 80 o un poblado chabolista de Colombia, es decir, el callejón donde se juntaba la multitud, era una auténtica lástima. Paupérrimo. Cutrísimo. De lo peor que he visto nunca. Ni punto de comparación con nuestra maravillosa Calle de la Reina. Así que, en nuestra aventura de montarla, decidimos ir donde ningún hombre había llegado jamás: Al Castillo de Guardamar. Y así, flanqueamos una imposible cuesta que ante nosotros se ergía. Y allí, en la altura, en su final, el Castillo.

Allí, sobre Guardamar...

Asustados como íbamos, por culpa de un segurata de pantalones rosas, y un perro de presa, entrenado para acabar con la vida de un humano con un sólo mordisco, finalmente, nos colamos. Y dicho sea, haciendo honor a la verdad, menuda, puta, mierda. El castillo estaba guay, pero hace mil años, cuando se tenía en pie. Al final ni perro de presa ni nada.  Pero allí estaba la fiesta. Y volvemos al ejempl ode como se puede pasar una noche perfecta, o casi perfecta, sin necesidad de cuartos. Porque eramos tres, y ya teniamos terceros, no?.



Y desde allí divisábamos el poniente, oriente y occidente, y Guardamar de costa a costa. Brutal. Podíamos controlar donde se cocía cada fiesta y donde caía cada hielo y cada vaso. Y decidimos aventurarnos a la noche Guardamareña, o Guardamariense, o Guardamarina... whatever. No me improta en absoluto el gentilicio. 
Lo cual, fue un error, no el hecho de no conocer el gentilicio, si no el de aventurarns y abandonar nuestra foraleza. Porque entramos en un vacío legal respecto a la edad. O demasiado pequeños todos para nosotros, o demasiado, demasiado mayores. Es decir, no podia mantener relaciones sin que me acusasen de pedofilia o mantenerlas y tener que acusar de pedofilia. Espero haber sido claro. 
Y en un momento de despesperación, duda, qué hacer...


Irónico que las puertas del cielo sean realmente una salida...

Aparecemos abriendo las puertas del cielo. Un bar, que no era más historia que el nombre que tenía para ser reales. pero con el subidón que nos dio encontrar un garito con un nombre tan chulo, nos volvió a salir la vena perversa, y haciendonos amigos íntimos de lo ajeno, tomamos prestadas 3 sillas. ¿Por qué? Porque unas sillas de plástico en la playa quedan como los putos amos de Guardamar, lo mires por donde los mires. Y reflexionar sobre qué pasa con tu vida, mirando al mar, sentado en una silla roja de Mahou en la orilla, y encontrar la respuesta y volverte a ver a ti mismo allí sentado, no tiene ningun precio. Más aún cuando te encuentras allí y encuentras el sentido con dos compañeros así. Noche brutal, gracias a vosotros. 

 Ingenieros...

Y allí, sentados en nuestras sillas robadas, cerramos una noche de esas que pasaran a la historia por llevarme la contraria a hostias, porque, yo, YO os lo digo, tragandome mis palabras como he tragado vómito otras veces, NO HACE FALTA BEBER PARA DIVERTIRSE, niños y niñas. Se puede conseguir una noche que será reescria y contada veces y veces a nuestros nietos sin tener que hacer memoria porque haya demasiadas lagunas.

Un beso y un abrazo, con esta moraleja o consejo que os regalo.

Las sillas en las que me volví a encontrar a mi mismo...

 Eso si, hubiese pagado la vida por ver a los que llegasen a pillar sitio en la playa a primera hora y viesen 3 sillas perfectamente alineadas mirando hacia el horizonte. Con Dios.


 --------------------------
Y próximamente, amigos...

CÓMO ARRUINÉ LAS FIESTAS DE ELCHE, por Mercedes Alonso, léase, Mis viajes Legendarios a las fiestas de Elche.

Y....

SANTA POLA 2: Vuelven...


No hay comentarios:

Publicar un comentario