martes, 8 de mayo de 2012

Bruno Diaz

Te das cuenta de que tu vida cambia cuando te pones unos pantalones que has lavado varias veces, te pinchas con algo y descubres un lapicero partido a la mitad guardado en un bolsillo. Que en efecto, se ha lavado....


Y así es amigo, como notas que los tiempos cambian muy deprisa, el mundo gira muy rápido y tú, sólo puedes correr. Y echas a correr sin pensarlo, y sin mirar atrás, porque el pasado queda atrás, el pasado es pasado, y no tiene por qué volver si las cosas cambian. A lo mejor, en uno de los sprints de tu carrera, miras hacia atrás y sólo dices adiós, porque bastante es ir luchando con el presente como para que el pasado te pese. Y allí, en el olvido, queda el pasado. Así dices adiós, y sigues adelante...


También te das cuenta de estas cosas cuando vas al cine por tercera vez a ver Avengers y sigues emocionándote y disfrutando.  Pero también caigo en que puede que tenga un problema... pequeño, pero problema a fin de cuentas....Creo que a la tercera va la vencida. Hasta aquí hemos llegado.

Hasta siempre, Agente Coulson...


Pero aunque tenga muchos problemas, como la mayoría de gente se puede imaginar después de leer Ciego de Palomitas, se que tengo muchos amigos. Pruebas fidedignas lo demuestran...




Eso.xDDDDD


Pero eso no es ningun problema. Hoy, os voy a contar el problema que le puede pesar a todo el mundo. Una cruz que no todos podemos llevar a cuestas...

Spiderman siendo satanizado....


Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, decia el Tío Ben. Todo sueña que merezca ser vivido es un sueño por el que soñar, decía el Profesor Xavier. No soy Spiderman, ni estoy satanizado, ni tampoco soy un X-Men, Dios me libre. Soy Bruno. Bruno Diaz. Y la historia que vais a leer a continuación, llena de imágenes hasta ahora inéditas y documentos gráficos, revelará el misterio que muchos ansian saber. 

Y no es si tengo una capa de Batman dentro de la mochila...Que sí, la tengo.

Muchos dudáis de mi existencia. Otro sólo ponen en entredicho mi nombre, mi verdadera identidad. Así que, confieso.
Hoy, en Ciego de Palomitas...

El Origen de la leyenda: Bruno Díaz.



Todo empezó un día, que tampoco tenía mucho que hacer. Esta historia no comienza con nada interesante. De hecho, empieza con una vida aburrida. Pero si hay algo que de inicio, es un comic.
 Spawn #75. El comienzo del fin


Empieza con un muchacho que se compra un comic. Con un muchacho joven e inocente, porque todos lo hemos sido alguna vez. Empieza con ese mismo chaval jugando a un juego, que era la hostia, todo hay que decirlo, y unos amigos cabrones, cuyo objetivo, era arruinarle la vida. Así de claro, directo y sencillo. Empieza conmigo, comenzando una vida dedicada a la ruina total.
Empieza cuando a otro le muerde un ciego y su objetivo es destruir a la humanidad, y te toca a ti cargar con la mierda. Empieza un 5 de mayo en un pueblo desconocido llamado Aranjuez, fundado por los visigodos durante su reinado en la Península Ibérica a las orillas del Rio Tajo. Comienza ese sábado, con otros dos engendros más, que no saben que hacer. Y se dedican a despotricar contra ti, contra tu vida y contra tu mente en general, inventando falsas historias descabelladas.
Y ese día, por culpa de esos dos sabios del mundo, aquel muchacho se planteó sus orígenes. ¿Su familia era real? ¿Había sido su vida una obra de teatro que no tenía el final escrito? ¿Una improvisación del destino? Puede ser. Qué demonios...Pensó, y se puso a investigar. 
Y cual fue su sorpresa cuando encontró su origen, que pudo ser su final. Su origen estaba en el héroe español más grande que hubo y habrá:

POLICARPO DÍAZ. El potro de Vallecas. Con todos ustedes.


Un héroe de leyenda, boxeador, drogadicto, actor porno, drogadicto otra vez, nuevamente actor porno, boxeador y capaz de destruir una canción de Simon & Garfunkel tan buena como The Boxer en un vídeo como ese.









Este muchacho, descubre ese día que es hijo de la leyenda, de la furia, un hijo bastardo de un héroe. Y piensa que es hijo secreto de un millonario-playboy Y así era. Cunado uno es un mito como Poli, no le faltan amantes, y una de ellas, bueno, dio su hijo a las monjitas, que traficaban con niños por aquel entonces, y fue a parar a una familia de clase media. Así que ataca en firme y piensa, decidido, en que ahora todo encaja. Y en ese momento, un chavalín, disfrazado de Batman, aparece subido en una verja. Y ese muchacho, entiende todo otra vez. Y se da cuenta de que con un padre que fue una figura y algo más, su misión en la vida estaba clara.
Luchar contra el mal. Destruir todo símbolo de villanía en el mundo. Honrar la figura de Policarpo y limpiar a tantos otros inocentes satanizados. Y aquellos dos engendros que le habían hecho llegar a su origen, siguieron pudriéndole por dentro, dando lugar a la bestia que hoy conocéis, a Bruno Diaz.


No fue fácil admitir mis raíces y esconderme entre las sombras. No fue una camino de rosas, desde luego. Vivir con una falsa identidad, para que nadie pudiese conocerme, reconozco que no fue algo gustoso. Pero era lo que había. Bruno Díaz debía defender la verdad, la justicia y el bien ante todo. Y así pasaron años limpiando el crimen de las calles de Aranjuez. ¿Queréis saber la verdad? No fue tan mal la cosa. La gente sonreía por la calle. Los ancianos caminaban tranquilos a la noche y siempre confiando en una mano desconocida que les protegía. Vivían a la sombra de la protección de Bruno Díaz. Era un héroe local. Tenía una vida maravillosa. Hasta tenía una mascota. Una tortuga, Lucifer se llamaba. En fin, no iba tan mal. Pero tiempos oscuros vinieron para mis dos identidades. Y como a todo héroe, el poder se me subió a la cabeza...


Y yo, borracho de poder, ebrio de soberbia, con el ego más subido que la falda de una puta, no pude controlar mi caída libre al fracaso. Y aprovechando ese vacío, el crimen volvió a sus épocas doradas, recreándose en el vandalismo total y alocado. La ciudad era destruida y yo no hacía nada para evitarlo. Hasta que mi tortuga, Lucifer, fue salvajemente asesinada. Y decidí, de una manera u otra, comenzar a reconstruir mi vida, dejando a un lado a Bruno Diaz, siendo sólo yo, porque, al igual que Guardiola, combatir el crimen, me cansaba.

Poco a poco me fui levantando. Iba al gimnasio por la tarde para distraerme, enseñaba a los niños a cruzar las calles, hacía críticas de cine en un blog de serie B, y me compré una mascota nueva. Un poco más grande que la pequeña Lucifer.

Volvía poco a poco a sentirme persona. Mis amigos que me habían llevado a ser el héroe deseado, me apoyaban de la peor manera posible. Me venían a ver, me traían infusiones y pastelitos, pasaban tardes golpeandome como hacían siempre, y lo justificaban diciendo que me hacían más fuerte. Y si mi frágil estado mental se tambaleaba, llegaron tiempos oscuros. Fue entonces, cuando un tejón entró en mi vida.

Y ese tejón, amado y odiado, acabó con mi cordura. Ya estaba hecho. Podía contemplar la ciudad desde su lado más oscuro. Estaba preparado para volver a la calle. Volver a los viejos tiempos, al todo o nada, a la cara o la cruz. Y volví.
Y vaya que si volví. La gente, desesperada en la calle, suplicaba a un Dios sin clemencia. Gritaba al silencio pidiendo salvación. Me buscaban, y no me hice de rogar. Así que entré de lleno en la ciudad. Pero dado al tejón que cambió mi vida, mis métodos se volvieron poco ortodoxos, y al principio la gente agradecía que el crimen acabase. Pero luego rechazaban las paredes manchadas de la sangre de los criminales que ellos mismos habían condenado. El vicio y la perversión se conviertieron en parte de mi locura más querida, que disfrutaba a cada minuto, se conviertieron en el pan de cada día. Utilizaba armas sucias como Larva Fecal o Hamburguesa Vegetal contra mis enemigos. Torturaba criminales con engendros como Kombate Brutal o Mal Gusto. Disfrutaba viendo sus ojos sangrar de dolor visual. Me alimentaba de sus almas. Engullía su horror.




Y con mi traje para la acción, seguía golpeando a las injusticias de la ciudad incesantemente. Mi identidad secreta se manteía a salvo. Ningún problema, y mi mascota seguía bien. Pero dados mis actos, repudiados y condenados, vi mi figura satanizada, conducido fui a un pozo de repulsa.


Yo, que tenía las llaves de la ciudad que en solemne acto me habían hecho entrega y había sido todo por la ciudad, me veía ahora en esa situación. Destruido, hundido, rechazado por mi pueblo como Alfonso XIII... Habia perdido mi status de Héroe Local. No me importaba las llaves que me pudieran dar, ni las medallas para colgarme, ni los trofeos, placas conmemorativas o estatuas que tuve. Sólo me importaba ser el Héroe Local que todos queríamos.

Y como aquel pueblo había quemado la marca que yo había hecho en él, marché. Hui cobarde cuan gato nervioso al exilio, dejando atrás una vida real, una identidad secreta, un legado completo. Porque Bruno Diaz, Héroe Local había perdido su signo de poder. Su heroicidad. Aquel hombre ya no era nada. Yo no era nada. Bruno Diaz, había caído del todo.  Así que me fui, tratando de comenzar una vida nueva, donde ese pequeño Héroe que alguien una vez quiso, pudiese volver a encontrar una leyenda que construir.

¿Actué mal alguna vez? Lo reconozco. Y fue duro. Pero tampoco quise que fuese un paseo. Y ome metí en mis problemas, me busqué jaleos y me saqué las castañas del fuego. No fue fácil, lo digo, pero sigo guerreando. Sigo vivo. Sigo intentando ser el Héroe Local que un dia fui y algun día volveré a ser. Héroe para algunos, villano para otros muchos. A otros, ni les importa quien les defiende por la noche. Pero algo tengo claro. No cambiaría una batalla contra el mal, no volvería al pasado para deshacer mi historia. No cambiaría un solo minuto vivido. Porque en eso consiste tener a tus espaldas una leyenda. Sentir el amor de un lugar, no tiene precio. Ser héroe o villano no importa. Importa ser uno mismo. Pase lo que pase. Resistir a circunsancias duras, como perder a tu mascota, perder una ciudad, perder las llaves del candado (que no se donde habré puesto). Eso no importa. Importa ser quién eres y quererte a ti mismo, sin escuchar a los que te repelen porque te ven como al villano, y sin seguir a aquellos que te mitifican como un Dios, que son pocos pero organizados. Importa creer en uno mismo y seguir adelante.
Sólo  me importa ser Bruno Diaz, y serlo por mucho tiempo..




Amigos, queríais saber la verdad sobre mi nombre. Y aqui lo tenéis. Un hombre que perdió, y ahora tiene que volver a ganar. Una historia venida a menos para justifica un nombre sin sentido que podéis descubrir con pinchar aquí.

http://es.wikipedia.org/wiki/Batman

Una historia inventada en un día sin nada que hacer que da lugar a lo que ahora veis. Eso soy.
Una historia. Un juego macabro prolongado en el tiempo. Confieso.

Soy Bruno Diaz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario